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Creen que los feminicidios son culpa del neoliberalismo

Creen que los feminicidios son culpa del neoliberalismo

Por Ángel Dorrego.- El clamor de las protestas de los grupos feministas en México debido a la falta de atención por parte del gobierno con respecto a la impunidad que tiene el feminicidio en México, entre todo un catálogo deleznable de violencia de género, ha alcanzado un pico importante en la agenda nacional. Pero parece que para el gobierno encabezado por el presidente, Andrés Manuel López Obrador, trata de buscar que esto quede otra vez enterrado en fojas burocráticas para poner atención a los temas de su propia agenda. Esto se ha visto reflejado en las respuestas que ha dado en sus diarias conferencias matutinas. Ejemplifico con dos. Cuando se le preguntó qué se estaba haciendo para combatir este problema, contestó que era un problema que no era nuevo, que tenía que ver con la degradación moral a la que nos había llevado la pobreza desatada por el neoliberalismo. Un día después se le preguntó que dijera cuál era el plan específico para atender la violencia feminicida, y dijo que ellos estaban atendiendo las cosas desde su origen, para dejar atrás el egoísmo propio de los neoliberales para recomponer una sociedad donde privara el amor por el prójimo. Como un líder religioso culpando al diablo de los males del mundo.

Sin duda el neoliberalismo ha dejado consecuencias sociales graves, y se reconoce que como sistema económico sirvió para sacar de la crisis a las economías estatizadas, aunque también es cierto que se dedicó a repartir los recursos generados por las naciones entre un número ínfimo de detentantes. O sea, los ricos se hicieron más ricos y los pobres más pobres. Esto llevó a un rezago enorme en casi todos los estándares sociales. Sin embargo, hay problemas que ya existían, y es imposible determinar si en realidad se agravaron con el llamado neoliberalismo o si simplemente siguieron su ruta natural. Los colectivos feministas señalan que la violencia de género se debe a una cultura patriarcal que ha acompañado prácticamente toda la historia de la civilización occidental. Los roles de género han existido por siglos y en todos ellos encontramos a la mujer como pieza secundaria de una sociedad dirigida por (y aparentemente para) hombres. La visibilización y sensibilización acerca de dicha violencia es nueva, pero basta ver una película de charros del siglo pasado para entender que la sobajación femenina tiene mucho tiempo presente en nuestra sociedad.

Los apoyos a la posición del presidente han sido igual de inconsistentes. El senador por el Partido del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Ricardo Monreal, ha escrito que la culpa de todo la tiene el neoliberalismo, basándose en un análisis que, para ser cierto, requeriría que el mundo hubiese sido perfecto hasta antes de los años ochenta del siglo pasado. La presidenta del partido, Yeidckol Polevnsky (o ex presidenta, porque actualmente vive en un largo litigio por ese tema, y no sé qué estatus vaya a tener cuando usted lea esto) dijo que la cifra de feminicidios no ha subido al doble, como señalan las cifras elaboradas por el gobierno de sus compañeros de partido, sino que ya no se maquillan los resultados. Y como prueba presentó nada más allá que su propia palabra.

Análisis convenientes basados únicamente en la percepción simplemente no son análisis, es partidismo puro. Y eso adolece de soluciones que pasan por mejorar las capacidades de las instituciones de seguridad, probar la culpabilidad de los abusadores, poner fin a la impunidad sobre el tema y ofrecer una educación con un nuevo enfoque.

Así que para ellos el neoliberalismo es el origen de los problemas de violencia de género. Por lo tanto, hay que combatir el inequitativo sistema económico. Recordemos que la teoría económica de capitalismo ortodoxo al que se llamó neoliberalismo cuando se volvió a operar como sistema de organización de las economías nacionales se basa en mercados libres donde la oferta y la demanda determinan los precios de los productos así como su accesibilidad, mientras que el estado participa al mínimo en la economía para evitar que se generen distorsiones en la competencia que inhiban el crecimiento. Por lo tanto, para combatirlo habría que intervenir en la economía de mercado, no defender tratados de libre comercio con socios desiguales, cambiar el andamiaje jurídico para que la clase trabajadora tenga una mayor participación de las utilidades de la producción; en vez de convencer a los grandes empresarios que compren boletos para una rifa. La manera de perpetuarlo es dar ayudas sociales a los estratos menos favorecidos de la sociedad con el fin de paliar las consecuencias más graves del sistema para que éste pueda seguir adelante. O sea, nosotros seguimos exactamente en el mismo lugar que los gobiernos anteriores en cuanto a política económica se refiere, y se está defendiendo las partes más productivas de él a capa y espada.

En realidad, desde la óptica del ejecutivo federal, se está combatiendo al neoliberalismo sólo desde la estela de los valores. Se busca convencer con el ejemplo a la sociedad de que los bienes materiales no son la felicidad mientras se busca el apoyo recíproco con los beneficiados del sistema. Básicamente, se busca adoctrinar con el fin de que las personas tengan un mejor comportamiento sin generar ningún incentivo para que esto suceda. Pero como para ellos el neoliberalismo es sólo degradación moral y corrupción, creen que metiendo a la cárcel a un par de funcionarios de gobiernos anteriores se está combatiendo el problema. Y sin embargo, el neoliberalismo sigue ahí, pero su error de operación se debe a su doctrinario diagnóstico. No se puede combatir aquello que no se conoce. Es el equivalente de que un alcohólico llegue a la sala de urgencias con una puñalada que recibió en una cantina y se decida tratar su adicción antes que la herida con objeto punzocortante.

Es por esto que hay quien sostiene la hipótesis de que en un gobierno es más dañino un incompetente que un corrupto, ya que el corrupto está consciente del daño que está haciendo y, por lo tanto, es común que tenga cierto control de hasta dónde puede llegar; mientras que el incompetente, por bienintencionado que sea, es incapaz de dimensionar los alcances que puede tener una pifia derivada de un diagnóstico realizado por una mente simple que no es capaz de ver las cosas más allá de blancos y negros, de buenos y malos. Que es capaz de simplificar un problema cultural, económico, político y social como el maltrato y la exclusión de las mujeres como una herencia del neoliberalismo. Y así las palabras y las promesas de solución lucen tan incendiarias como el crimen mismo. Pero como no entra en la prédica contra el malvado neoliberalismo, no han entendido ni siquiera el problema que estamos enfrentando. Que su líder los perdone, porque el feminismo no creo que lo haga.

Educación

Por Ángel Dorrego

Analista, consultor y asesor político. Especializado en temas de seguridad y protección civil. Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México, Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales también por la UNAM. Cuenta con experiencia como asesor de evaluación educativa en México y el extranjero, funcionario público de protección civil y consultor para iniciativas legislativas.

Twitter: @AngelDorrego

Correo: adorregor@gmail.com

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