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El nuevo viejo inicio del PRI/ Ángel Dorrego

El nuevo viejo inicio del PRI/ Ángel Dorrego

La semana pasada, José Narro renunció a su candidatura para presidir el Partido Revolucionario Institucional (PRI). El también ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y ex secretario de salud también desertó de las filas del otrora partido hegemónico de la política mexicana. Esto le deja la elección mucho más holgada al que en trascendidos es el que tiene mayores apoyos para quedarse con la dirección del instituto político: el gobernador de Campeche, Alejandro Moreno. Con él iniciará una reagrupación y reorganización del partido con el fin de volverlo competitivo en los lugares donde sus cuadros logren desarrollar candidaturas atractivas con el fin de que ahí salga un personaje que se perfile para llevarlos de nuevo a una victoria en elecciones presidenciales. O sea, mismo plan.

No es la primera vez que el PRI cae en la desgracia electoral. En el año 2000 perdió por primera vez unas elecciones presidenciales, y 6 años después fue relegado hasta el tercer lugar de la elección. En estas dos ocasiones optaron por el plan que aparece en el párrafo anterior. Esta ruta brindó frutos para que el entonces ex gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, regresara al PRI a Los Pinos. Sin embargo, la insatisfacción del electorado con la administración del ahora ex presidente llevó a su partido a un tercer lugar que también se vio reflejado en el Congreso de la Unión. No ayuda mucho al Revolucionario Institucional que los gobernadores de esa generación de políticos se les tenga más presentes por sus órdenes de aprehensión y juicios que por sus carentes logros.

La propuesta de Narro se escuchaba teórica, tal vez demasiado académica para volver a animar a una tropa vilipendiada. Le escuché hablar de asuntos que tenían que ver con definición ideológica, revisión de programas, re estructuración de estrategias. Cosas que tienen que ver con el arduo trabajo de un cambio literalmente revolucionario, que se cuestiona el contenido ideológico de la toma de decisiones y replantea las personas y causas que se abrigan el partido. Labor enorme y probablemente tardada. No sabremos si el Dr. Narro hubiera sido capaz de sacudir las estructuras del experimentado partido y encaminarlo hacia una ruta electoral atractiva para los votantes.

Por el otro lado, las propuestas siguen encaminadas a los lugares comunes den que van a hacer un partido cercano a la ciudadanía, que escuche los problemas de la gente y que proponga cuerpos de gobierno más eficaces que sus adversarios en la boleta electoral. Como si esos no fueran los requisitos mínimos que los ciudadanos esperaríamos de un partido político. En México discutimos mucho en el café qué partidos tienen los mejores y peores políticos, como si eso los diferenciara, cuando en realidad nos sirven para agrupar a una corriente teóricamente ideológica y pragmáticamente de intereses para que tenga acceso a la representación política de sus puntos de vista. El PRI actualmente se compone de una estructura política nacional que le ha permitido tener candidatos para todo en cualquier lugar del país, la cual le ha servido tanto para oponerse a la reforma energética para después apoyarla, entre una larga historia que incluye personajes que van desde defensores del tercer mundo hasta cosmopolitas y educados neoliberales.

El PRI parece dispuesto a buscar causas a través de lo que puede encontrar como nicho en el electorado. En otras épocas esto resultó relativamente exitoso. Pero las causas están cada vez más acotadas, ya que ahora hay mayor competencia. No estamos en la época del partido hegemónico, que parecen recordar con nostalgia aunque no deberían, o en tiempos en que su fuerza en el congreso y las gubernaturas les permitía relevancia. Nos encontramos en un momento en que el sistema de partidos donde competían tres se ha roto, hay una nueva fuerza hegemónica que los ha desplazado y de paso se ha llevado sus electores a tajadas. Regresar sobre los restos a construir una estructura que se cayó es una invitación a repetir los errores. Tal vez valdría la pena detenerse un poco a pensar cómo insertarse exitosamente en las nuevas dinámicas electorales en el país, con una propuesta que supere la atracción efímera a través de un ideario que represente grupos sociales más allá de la siguiente elección, con el fin de tener un partido que atraiga por las ideas y no sólo a la transitoriedad de las personas.

Educación

Por Ángel Dorrego

Analista, consultor y asesor político. Especializado en temas de seguridad y protección civil. Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México, Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales también por la UNAM. Cuenta con experiencia como asesor de evaluación educativa en México y el extranjero, funcionario público de protección civil y consultor para iniciativas legislativas.
Correo para el público: adorregor@gmail.com

Foto agencias el Contribuyente