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Guía para convertir una emergencia en un desastre

 

Guía para convertir una emergencia en un desastre

Por Ángel Dorrego.– A todas las naciones les toca enfrentarse a situaciones de emergencia. Es inevitable, considerando que en nuestro entorno existen fenómenos perturbadores tanto de origen natural como antropogénico. Así que nuestra especie se enfrenta a sismos, erupciones volcánicas, tsunamis, huracanes, epidemias, accidentes industriales; entre muchísimas otras amenazas. Y a esto hay que agregarle, además, el elemento de sociedades coexistentes que luchan por el acceso a los recursos disponibles. Sin embargo, no todas las amenazas tienen que convertirse en riesgos, ni las emergencias en desastres, pero esto último ha pasado lo suficiente para que sepamos los mecanismos que provocan esto. Acá van algunos pasos, no exhaustivos, de cómo funciona esto:

1. Negación de la emergencia. A ningún país le gusta ser golpeado por una emergencia, ya que significa que la población verá restringidas sus actividades regulares y el gobierno tendrá que reasignar recursos para atenderla. Pero hay aparatos gubernamentales que, por una serie amplia de motivos, se encuentran luchando porque su proyecto de gobierno sobreviva sus retos ordinarios, cuando en la puerta tienen uno extraordinario. Por lo tanto, deciden a priori que la emergencia se encuentra lejos de convertirse en un desastre. En esta etapa, los burócratas de la administración buscarán demostrar que la superioridad moral del gobierno al que representan los convierte en autosuficientes para gestionar el impacto de la emergencia, y que las cosas no pasarán de ahí, para beneplácito de sus superiores.

2. Minimizar el impacto. Una vez que la emergencia ha llegado con sus primeras afectaciones hacia la población, los elementos del gobierno buscarán esgrimir que pueden detener la emergencia con sus propias capacidades. Para esto es necesario ocultar temporalmente las debilidades institucionales heredadas, tal vez por generaciones, así como las actuales al inicio de la emergencia. Además, se dará un diagnóstico lo más optimista posible acerca de las afectaciones posibles con el fin de no alarmar a la población, y así no se resquebraje la credibilidad del proyecto de nación, el cual suele suponerse prioritario por encima de otra consideración en esta etapa.

3. Manipular información. Para este punto, ya habrá varios expertos nacionales y extranjeros que cuestionarán lo que se ha hecho hasta ese momento. Es por esto que se requiere de especialistas ampliamente preparados en el área para que puedan argumentar, con los datos disponibles, que el tratamiento de la ya reconocida emergencia está siendo el adecuado según los conocimientos actuales, tratando de imponer sus propias metodologías de registro de hechos y toma de decisiones ante propuestas que se descalificarán por buscar dañar al régimen presente. Además, se busca tranquilizar a la población y a los observadores internacionales dando la impresión de que todo está bajo control.

4. Aplicar procedimientos sui generis. En esta etapa la emergencia es innegable y las autoridades pertinentes ya están dedicadas a su atención. Así que deben seguir el discurso de la etapa anterior con el reto de que, en la mayoría de los casos, tendrán que atender al mismo tiempo lo urgente y lo importante. Como ya sabemos, en estos casos suele ganar lo urgente, lo que deja menos recursos disponibles para lo importante, si es que se llega a hacer algo con este respecto. Así que tendrán que estirar los recursos disponibles de atención de la emergencia en, por lo menos, dos frentes. Esto deriva en que se desarrollen procedimientos sui generis, o sea, inventados en ese momento para atender la emergencia inminente, desdeñando los ordenamientos de otro tipo de metodologías con más tiempo de ser probadas, propias para el caso, pero que significarían reconocer el error y empezar de nuevo.

5. Hacer propaganda. Es muy probable que, con este tipo de manejo de la emergencia, los cuestionamientos se hayan incrementado, tanto en la parte interna como la externa. Así que habrá que defender la actuación y los logros de la administración a través de mensajes a la población donde se les indique que todo está controlado, que tienen datos y metodologías correctas y que buscan desacreditarlos para destruir al régimen. Por lo tanto, se buscará el descrédito de personas e instituciones que cuestionan las acciones durante la emergencia para extender el periodo que tiene el gobierno para lidiar con todos los problemas que se han creado hasta ese momento.

6. Culpar a otros. Llegará un momento en que será inevitable que la población, los especialistas del área y el propio gobierno tengan que reconocer que las cosas llegaron mucho más lejos de lo que se tenía pronosticado. Aquí hay dos opciones: la primera consiste en entregar chivos expiatorios para que se les declare como los responsables de los errores que pudieron haber incluido desde todo un gobierno hasta un sistema institucional completo. La segunda radica en tratar de exhibir a los enemigos del régimen que pudieron hacer o intentar acciones que bloquearan las del propio gobierno, con el fin de responsabilizarlos de lo sucedido y sacudirse de los errores que pudo cometer el régimen. No son excluyentes, se puede hacer ambas.

Aunque esta lista es aplicable a un amplio número de casos de emergencias mal manejadas, para realizarlo pensé en específico en el accidente de la planta nuclear de la ciudad entonces soviética de Chernóbil, y en el pésimo manejo que tuvo la burocracia de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en ese respecto. Si no conoce usted el caso, le recomiendo la miniserie de 2019 que lleva el nombre de la abandonada ciudad, en la que, con las licencias narrativas propias del caso, el enfoque está en la incapacidad humana y de un sistema completo para ocultar una falla sin medir las consecuencias. Si a usted le parece que la dinámica se parece a algo que usted ha visto o vivido, no hay casualidad al respecto: cuando un régimen está más interesado en defender su proyecto que la población que tiene a su cargo, las cosas suelen suceder así.

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Por Ángel Dorrego

Analista, consultor y asesor político. Especializado en temas de seguridad y protección civil. Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México, Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales también por la UNAM. Cuenta con experiencia como asesor de evaluación educativa en México y el extranjero, funcionario público de protección civil y consultor para iniciativas legislativas.
Correo para el público: adorregor@gmail.com

Twitter: @AngelDorrego

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