La comunicación política de AMLO: Ángel Dorrego
La comunicación política de AMLO como estrategia de gobierno: Ángel Dorrego
El presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ha puesto en la prensa y redes sociales el tema del avión presidencial cuando respondió en una de sus conferencias matutinas que si no se vendía haría una rifa de 6 millones de boletos de $500 para recaudar el costo del vehículo. Las críticas no se hicieron esperar ante la difícil instrumentación de esta propuesta, la cual se escuchó por primera vez en dicha conferencia. El Secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, dijo que era inviable esa misma tarde, para unos días después aparecer con el presidente en Palacio Nacional y manifestar que él piensa comprar dos boletos del sorteo. Todo este episodio desató una serie de memes en redes sociales así como la reacción de la prensa y la oposición, que califica que está gobernando con base en ocurrencias. Por su parte, López Obrador reviró que los memes le perecieron sumamente graciosos, pero que su gobierno no se basaba en ocurrencias.
Los partidarios del presidente defienden que su gobierno no se basa en ocurrencias argumentando que los principios del gobierno federal actual son claros, que todo está basado en ideas que ha manifestado con antelación, que en el ejercicio de gobierno hay que hacer adaptaciones para sacar adelante las propuestas y que existe una lógica coherente entre lo que comunica el ejecutivo y los actos que lleva a cabo. Sin embargo, me parece que todos estos elementos, si bien son ciertos, no componen un plan de acción, sino una serie de actividades relativamente adaptables a las circunstancias coyunturales. Se supone que los gobiernos de orden federal en México tienen la obligación de entregar un Plan Nacional de Desarrollo al inicio de su administración. En este periodo presidencial, se entregó un documento de 89 páginas que son un ideario de valores, principios y objetivos del gobierno. Luego se le anexó el documento más amplio elaborado por la Secretaría de Hacienda, con el cual no coincide ni en objetivos ni en cifras. Y Carlos Urzúa, en ese momento secretario de esa cartera de gobierno, ya renunció a su cargo. Así que se están moviendo basados en la interpretación de la primera parte, que dista de ser un plan.
Probablemente el problema radique en que López Obrador entiende por estrategia su cálculo del impacto de la comunicación emanada en su gobierno en la opinión pública para así tener escenarios que le permitan maniobrar para lograr los objetivos más cimbrados en la mente de sus seguidores. No es el único en el mundo que hace eso, esa manera de abordar la vida pública está en boga debido al fracaso de las políticas económicas globales implementadas en los años ochenta del siglo pasado, que en nuestro caso han llevado a que los seis mexicanos más ricos tengan tanto capital como los 64 millones de mexicanos más pobres. Es por esto que los electorados están buscando alternativas, aunque éstas no sean muy claras. Y ante la educación dicotómica en la que se formó la mayor parte de los habitantes de nuestro planeta, en la cual sólo hay dos vías contrarias para todo, el bien y el mal sin matices, entonces, si ya vimos a los malos, sus enemigos serán seguramente los buenos.
Y el presidente es excelente en eso de saber llegar su mensaje a sus seguidores. Es un comunicador político destacado y un líder carismático innegable. En este caso, por ejemplo, es irrefutable que el rechazo al avión presidencial lo pone como un gobernante cercano a la gente que tiene que lidiar con las mismas vicisitudes que todos para trasladarse. Reafirma su discurso de austeridad y le da respaldo para criticar el gasto de sus antecesores. Pero eso es una agenda de comunicación política, gobernar es una cosa muy diferente. La labor del ejercicio de gobierno conlleva la dirección del aparato del estado, compuesto de miles de personas que laboran en el gobierno haciendo uso de los activos con los que cuenta éste para llevar a cabo el trabajo que tiene asignado la administración pública federal en aras de que todas las áreas de responsabilidad cumplan con la ejecución de las políticas públicas que tienen por objetivo generar el correcto desenvolvimiento del aparato gubernamental, así como el cumplimiento de las metas de mejora del país. Y es en esa parte donde se está improvisando.
El problema radica, entonces, en que el discurso del gobierno está dictando el ejercicio de funciones que, en varias ocasiones, no tienen que ver de forma primigenia con la imagen pública, sino con la pericia técnica para lograr objetivos. El rechazo a la utilización del avión presidencial se empieza a volver más onerosa que, de hecho, utilizar la aeronave. Y aunque esto le conlleva al presidente el aplauso de una audiencia harta de funcionarios que se daban trato de jeques con el presupuesto público, también daña al erario federal. Este es un tema de finanzas públicas, no de niveles de aprobación del presidente. Ante la incapacidad de completar la difícil tarea de vender un vehículo aéreo con modificaciones especiales, dijo que prefería rifarlo a utilizarlo, y pensó en voz alta los modos en que, según él, se podría realizar el sorteo. En este momento hay un montón de funcionarios públicos de la administración federal tratando de elaborar un proyecto para instrumentar tan inusual y complicada iniciativa. O sea, el gobierno federal está operando a partir de algo que dijo el jefe para salir del paso de un cuestionamiento correctamente planteado. A eso se le dice improvisar. Y a lo que lo provocó se le llama ocurrencia. No importa si se hizo con intención de generar aprobación pública, ya que a los gobernantes no hay que juzgarlos por lo que dicen sino por lo que hacen. Eso no estaba en el plan. Sólo lo dijo López Obrador un día cualquiera.
Desgraciadamente, esto no es un tropiezo único, sino una forma consistente de actuar del gobierno. Que sí las asociaciones civiles han actuado de forma corrupta con el financiamiento público que reciben, entonces que se acabe esa fuente de recursos para ellos. Aplauso de su público por combatir la corrupción, aunque en ese universo de organizaciones no gubernamentales estuvieran algunas que le daban techo, comida, asesoría y capacitación a mujeres víctimas de maltrato intrafamiliar. Y ésa es una de muchas causas que se quedaron en la calle. Que el gobierno de los Estados Unidos nos amenaza con aranceles por permitir el paso de los migrantes centroamericanos. Entonces destinamos a la Guardia Nacional para hacer de policía migratoria. Celebraciones por haber evitado la crisis, pero mientras los mexicanos seguimos lidiando con un severo problema de crimen organizado con menos elementos que antes. Y así podemos seguir con una amplia gama de ejemplos donde las ideas que aparecen en la mente del presidente ante un problema se materializan sin medir costos y consecuencias.
Así que los movimientos del aparato del estado parecen estar dictados por las resoluciones coyunturales que emanen del jefe de la administración pública federal. Dichas resoluciones le siguen ganando el apoyo de su público, que lenta y gradualmente se ve más reducido ante la falta de resultados en los temas más importante s de la agenda pública para los mexicanos. El tiempo dirá si este apoyo puede continuar siendo mayoritario durante todo el sexenio, pero el punto aquí es que se está gobernando con una visión que no da más allá del aquí y el ahora. La comunicación política sigue sosteniendo a López Obrador como un presidente con cifras aprobatorias en la opinión pública, pero para ser un gobernante que deja huella se necesita una visión de futuro sustentada en la realización de planes viables, no ir brincando de piedra en piedra hasta llegar al otro lado del río. La némesis de López Obrador, el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, gozó de alta popularidad durante su gobierno, y de una intensa desaprobación desde que terminó. Al igual que lo ha seguido para firmar un tratado de libre comercio con nuestros dos vecinos del norte, lo podría seguir en este camino el día que las ocurrencias ya no resulten.
Analista, consultor y asesor político. Especializado en temas de seguridad y protección civil. Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México, Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales también por la UNAM. Cuenta con experiencia como asesor de evaluación educativa en México y el extranjero, funcionario público de protección civil y consultor para iniciativas legislativas.
Correo para el público: adorregor@gmail.com
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