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Percepción es realidad en el primer año de gobierno

Percepción es realidad en el primer año de gobierno

Por Ángel Dorrego.- Se ha cumplido el primer año del ejercicio de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Como en todos los ejercicios de evaluación tanto personal como institucional, se sopesa tanto lo bueno como lo malo; los éxitos y los fracasos así como las próximas metas y los desafíos pendientes. Lo que distingue a este ejercicio en particular es la disparidad de opiniones acerca de esta primera etapa del sexenio. Si usted fuese un lector extranjero poco identificado con la actualidad política en México y sólo leyera un artículo acerca del desempeño de la administración pública federal en este periodo, en realidad sólo tendría dos opciones como resultado: está usted ante un gobierno disruptivo y altamente reformador que está empoderando a los oprimidos por la vía del cambio social en un hito de la historia del país o, por el contrario, nos encontramos ante el intento de un líder carismático de desmantelar la democracia en favor de controlar de forma absoluta la vida institucional del estado.

Si bien es cierto que no somos el único lugar del mundo que se encuentra viviendo un proceso parecido, ya que varios países están inmiscuidos en el fenómeno de estar liderados por personajes altamente críticos del estado de las cosas y que denostan la vida institucional que conocíamos basados en el fracaso de las políticas económicas y políticas globales en las últimas décadas, también es necesario decir que este tipo de líderes siempre han existido en la palestra de opciones políticas en los lugares donde exista pluralidad democrática, con la diferencia que hoy están en su oportunidad de ejercer la autoridad. Y están provocando como gobernantes el mismo nivel de polarización que tenían cuando eran opositores. Logran que sociedades enteras se acerquen a los extremos cada vez más lejanos donde se está ciegamente con un gobierno o se le busca denigrar como lo peor que le ha pasado a un país, sin que existan puntos intermedios que permitan una construcción social e institucional medianamente conjunta. En este caso, es interesante ver cómo distintos sectores de la sociedad terminan por ver dos historias distintas a pesar de haber vivido la misma trama.

Mientras hay una parte de nuestra sociedad que ve la inseguridad creciente al ritmo que aumentan el número de homicidios, tenemos otra que apoya al gobierno y que dice que se sienten más seguros que hace un par de años. Esto se puede deber a que mientras lugares del país han visto algunas mejoras con respecto a periodos anteriores, hay muchas otras donde el crimen organizado ha empezado a gobernar de facto. Cuando un sector dice que la economía está estancada debido a la ausencia de crecimiento del producto interno bruto (PIB), existe otro que dice que siente que su economía ha mejorado y tiene confianza en el futuro. Esto se puede deber a que el mundo empresarial ve recortadas sus oportunidades prospectivas debido a la retracción en la inversión derivada de una política de austeridad y recortes, mientras que la línea más desfavorecida del espectro socioeconómico ha recibido más ayudas gubernamentales, aunque los primeros dirían que este ritmo de repartición es poco sustentable, ya que no se puede repartir por mucho tiempo lo que no se está produciendo, aunque los defensores del gobierno dirán que es cuestión de tiempo para que estos frutos se vean reflejados.

El gobierno ha anunciado que se ha terminado con la corrupción, aunque eso no ha aumentado los presupuestos gubernamentales, a pesar de que se han encontrado casos en el partido oficialista de personas que están buscando hacer usufructo privado de sus posiciones en la vida pública. Los partidarios del gobierno dicen que se les ha separado de sus puestos como nunca se había hecho, pero sus malquerientes responden que tampoco se ha metido a nadie a la cárcel por dichos hechos. Se dice que las críticas al gobierno se han dado de un sector que ha visto limitados los privilegios de los que gozaban en administraciones anteriores, pero al mismo tiempo el hombre más rico de la nación se ha presentado en un importante número de ocasiones en la casa del presidente, y ya ha sido premiado públicamente por el gobierno.

El gobierno anuncia como logro que se ha reducido en 90% la actividad del huachicoleo, o sea, la ordeña de ductos de distribución de combustibles para su venta clandestina. Sin embargo, el periodista Carlos Loret de Mola señala que, a pesar del anuncio, las ventas de Petróleos Mexicanos (Pemex) no han aumentado prácticamente nada, lo que significa que se sigue consumiendo combustibles de forma ilegal, porque lo que no es posible es que hayan dejado de consumir. Y mientras los adictos al presidente dicen que se está construyendo una auténtica democracia gracias a que por fin el pueblo tiene acceso a la dirección de los organismos institucionales del estado, los opositores reviran que se están desmantelando los mecanismos de representación democrática al anular el discenso de la vida pública al poner a militantes en puestos que están destinados a ser contrapeso del poder ejecutivo.

Al final, existe un viejo adagio en política que dice que dicha actividad muchas veces se resume a la administración de expectativas. El actual gobierno federal llegó con una alta dosis de este activo debido al notorio desencanto que se tenía de los gobernantes anteriores. Y el presidente es un hombre que ha probado que sabe generar expectativas en una importante franja de la población. Si bien su apoyo ha sufrido un evidente desgaste a un año de ejercicio gubernamental, también es cierto que todavía sus cifras se encuentran del lado de la mayoría de los mexicanos. La pregunta que surge es ¿cuánto tiempo lo seguirán siendo? Otro cuestionamiento es si ese tiempo alcanzará para sostener muchas de las polémicas decisiones tomadas por el presidente. Tal vez esto también dependa si la oposición puede reencontrar el rumbo a través de actos e iniciativas que los hagan ver como una opción viable y diferente del gobierno, cosa que no se ve cercana el día de hoy.

Al final del día, al presidente le gusta marcar la diferencia que existe entre su gobierno y los anteriores. De hecho, ha hecho explícito que la crítica que más le molesta es que digan que su administración sigue una línea de continuidad, por lo que el cambio de fondo en realidad no existe. Y parece que ha logrado convencernos de que su presidencia no lo es, ya sea en sentido positivo o negativo, pues da la impresión de que sus partidarios quieren que no se vaya mientras mantenga aliento y sus detractores arrojan críticas que quisieran hacer posible que por primera vez se interrumpa un proyecto sexenal. El fantasma del alejamiento por polarización recorre México, nuestro pasado está en constante revisión, el presente en permanente confusión y el futuro en eminente olvido. La batalla ya no es por el porvenir, sino por la percepción del inatrapable presente.

Educación

Por Ángel Dorrego

Analista, consultor y asesor político. Especializado en temas de seguridad y protección civil. Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México, Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales también por la UNAM. Cuenta con experiencia como asesor de evaluación educativa en México y el extranjero, funcionario público de protección civil y consultor para iniciativas legislativas.
Correo para el público: adorregor@gmail.com

Foto The New York Times Credit Edgard Garrido/Reuters