Social

Te olvidas de ti, por complacer a los demás

Vivir para complacer a los demás es un error común que lleva a perder tu amor propio y por ende tu autoestima.

¿Sientes que la gente se pasa contigo? Es hora de establecer ciertos límites y sentirte genial, al dejar de complacer a los demás, haciendo lo que tú deseas hacer.

Necesitamos tener claro que no somos monedita de oro para caerle bien a todo el mundo. Unos te querrán de verdad, otros se aprovecharán de ti y algunos te envidiarán.

Entre más trates de complacer a los demás peor te vas a sentir contigo mismo.

La persona que te quiere de verdad jamás te pedirá que hagas cosas que no quieres. Ahora, también está el caso de persona que no saben si te gusta hacer X cosas, en esos casos quien tiene que poner límites eres tú.

No sé si te ha pasado, pero a mí me pasó muchísimo. Por mucho tiempo me pasé complaciendo a los demás, haciendo lo que ellos querían, bien sea para que caerles bien, para que me quisieran o para que me vieran como alguien valioso. ¿cuál fue el resultado de esa actitud? perder mi autoestima.

Después de fortalecerla, me di cuenta que no era necesario complacer a nadie, que la única persona que tenía que complacer era a mí misma, y si complazco a alguien en algo es porque me sienta bien hacerlo y no va a perjudicar mi amor propio.

Para dejar de complacer a otros te recomiendo lo siguiente:

  • – Aprende a decir NO.
  • – Pon límites a las personas
  • – Antes de complacer pregúntate ¿Me voy a sentir bien haciendo esto?

Tu eres el ser más importante de tu vida, complácete a ti y solo haz cosas que al hacerlas sientas satisfacción y alegría de haberlas hecho. Es mejor eso que terminar diciendo ¿Por qué hice esto, si no quería?

Si sólo te ocupas en complacer a los demás, además de olvidarte de ti mismo, ocurre que:

  1. Las personas te ven como alguien débil…

…Y se aprovechan de ti. Esto no es ninguna sorpresa. Es una consecuencia previsible si siempre estás poniendo las necesidades de los demás por sobre las tuyas. Muchos de los encuestados señalaron este peligro. “Nunca se puede ser demasiado amable con la gente, pero debes, no obstante estar atento, ya que algunos lo verán como un signo de debilidad y tratarán de aprovecharse de ti”.

  1. Te olvidas de ser amable contigo mismo

 “Ser amable con los demás es bueno”, dice el estudiante Shilpi Singh en su respuesta, pero no “te olvides de ser amable contigo mismo también.” Este es uno de los problemas de ser “demasiado bueno” y que a menudo es citado por los expertos en negocios. Ser receptivo es ideal para tu negocio, pero si sólo te enfocas en satisfacer las necesidades de otros a largo plazo vas a terminar sin tiempo para trabajar en tus propias prioridades o en aquellos asuntos que son esenciales para la salud de tu empresa.

¿Te resulta difícil equilibrar el estar ahí para tus clientes y empleados y al mismo tiempo tener tiempo para esas estrategias a largo plazo? No eres el único. Afortunadamente, hay un montón de buenos consejos por ahí sobre cómo ser más organizado con tu tiempo y permanecer firme en tus negativas (además, esos consejos incluyen el lenguaje exacto que puedes utilizar para diferentes situaciones).

  1. Atraes el tipo equivocado de personas

La bondad puede ser un requisito para tener relaciones saludables y significativas, pero sin una capacidad para establecer límites puedes estar invitando a ese tipo de personas con necesidades emocionales absorbentes, como nos dijo uno de los encuestados. Si eres excesivamente agradable “comenzarás a atraer personas necesitadas, quejumbrosas, excesivamente emocionales, controladoras y que te harán sentir culpable si no haces cosas por ellos”.

  1. Algunas personas desconfiarán de ti

Seamos realistas, las personas genuinamente amables no son pocas, pero en algunos rincones del mundo empresarial y profesional, tampoco son la mayoría. Esta triste realidad significa que si eres realmente amable, tal vez seas ocasionalmente incomprendido e incluso visto con recelo, afirma otro encuestado. La gente “podría pensar que tienes una segunda intención en mente, o sino ¿por qué estarías haciendo todas esas cosas especiales?” Así como no existen los almuerzos gratis, no puede existir alguien “demasiado amable” sin razón.

  1. Vas a deformar tus expectativas

Ser infinitamente desinteresado puede sesgar tu punto de vista, de acuerdo con la estudiante de informática Vignesh Natarajan, y te puede hacer esperar que los demás también pongan sus intereses a un lado, tal como lo harías tú por ellos. “Si alguien es demasiado amable con la gente, espera que los demás sean igual de amables también. Esto en consecuencia te hace creer que los otros son malos o que no te aprecian lo suficiente cuando no lo hacen”.

¿Cómo lograr un punto medio entre la compasión, la bondad y el ser “demasiado amable”?

PENSAMIENTOS TRAICIONEROS

Tu cabeza se puede convertir en tu peor enemiga; si sueles tener reflexiones autodestructivas, a la larga, puede favorecer el desarrollo de inseguridad, ansiedad y depresión: «Para identificar los pensamientos, escucha tus emociones. Saber cómo te sientes es el mejor termómetro para analizar lo que piensas en cada momento», señala la coach Elena Pacheco.

Una vez que aprendas a reconocer tus ciclos de pensamientos negativos, trabaja para dominarlos. Hay muchas técnicas que funcionan, por ejemplo: cuando te invada la negatividad, imagina el pensamiento como la imagen que aparece en el salvapantallas de tu computadora; después, visualiza que presionas una tecla y observa, entonces, que se esfuma. Haciendo este ejercicio, notarás cómo mejora tu estado de ánimo y tu paz mental.

ESCUDO CONTRA PERSONAS

Tal vez necesites uno si dejas que otros decidan por ti o si haces cosas para complacerlos. «Es de lo que más cuesta, sobre todo con gente cercana, pero todo esto supone una gran carga emocional si esas personas son muy críticas o no dan el apoyo que necesitas», dice la coach. Sin embargo, si siempre les sigues la corriente, con el tiempo verás que estás insatisfecha con tu propia vida y que ya no sabes ni lo que te gusta.

Empieza a tomar tus propias decisiones ¡ya! Escúchate a ti misma, y si realmente no tienes ganas de hacer algo, ¡no lo hagas! No estás obligada a salir si no quieres ni a hacer un encargo de tu jefe en tu tiempo libre y justo cuando estabas de camino al gimnasio. Si te cuesta trabajo, empieza a negarte a hacer cosas sencillas para dedicarte más a ti misma y a lo que te exige tu cuerpo.

DALE TIEMPO AL TIEMPO

Si tu lema favorito es «no me alcanza el día», examina bien cómo empleas las 24 horas del día, pues de acuerdo con nuestra especialista, es la típica excusa que sabotea los deseos y la productividad de muchas personas. Pero te aseguramos que con un poco de organización, ¡podrás lograrlo!

Si llevas horas trabajando y no puedes más, ¡para! No por seguir sentada en la oficina lo harás mejor. En cambio, si te tomas un descanso o sigues al día siguiente con la mente fresca, seguramente lograrás sacar mayor provecho.

«A veces agotamos la mente navegando por horas en Internet o en Facebook. Si pones límites en el tiempo que usas haciéndolo, serás más productiva», opina la experta.

Agencias Foto Equilibrio emocional