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Coronavirus: consecuencias psicológicas de la cuarentena

Las consecuencias de la cuarentena son un verdadero fenómeno que afecta política y económicamente a la mayoría de naciones del mundo.

La cuarentena, aislamiento social, Susana distancia o quédate en casa, son algunas de las medidas que se han recomendado a la población en general, además del lavado de manos, entre otros; sin embargo esto puede llevar a las personas a experimentar emociones negativas que perjudiquen su salud mental y puede generar pánico en la población.

Entre las consecuencias físicas que este virus genera en el cuerpo humano y las consecuencias económicas y políticas hay otro nivel de análisis que también hay que tener en cuenta: los efectos psicológicos del coronavirus, tanto al nivel del comportamiento del individuo como a nivel del comportamiento colectivo y social.

El coronavirus o COVID-19, es vista como una amenaza seria y cada vez se extiende más rápidamente, siguiendo una progresión exponencial.

El confinamiento de más de 10 días genera estrés a partir de los 11 días, la salud mental se resiente.

A partir del día 11 al estrés se suma, el nerviosismo y la ansiedad. De este modo, si se llevara a cabo una restricción de más de 15 días, los efectos serían mucho más complejos y difíciles de manejar para la mayoría.

Pudiera detonar pánico, generar angustia miedo, incluso desesperación al no tener claro cómo manejar esta situación en casa.

Perder medios de vida como no poder trabajar o salir a divertirse, temor a ser despedido y no poder hacer una vida cotidiana normal también puede generar sentimientos de impotencia, aburrimiento, soledad o depresión en las personas en aislamiento.

Pasar días, semanas e incluso meses durante la cuarentena con recursos, estimulación y contacto social limitados puede generar: miedo, ansiedad, depresión, aburrimiento, ira, frustración o irritabilidad en los individuos.

Sin embargo, cuando pasan los días y crece la incertidumbre, surge ya el pinchazo de la frustración. No poder mantener nuestro estilo de vida ni la libertad de movimientos nos precipita hacia esas emociones más complejas y problemáticas.

La hipocondría

Es común que las personas se sientan estresadas y preocupadas, debido a que existe el miedo a enfermarse y morir; así como a no poder proteger a sus seres queridos.

La hipocondría es la consecuencia psicológica más clara de fenómenos como la propagación de este coronavirus durante la cuarentena. Esta propensión a asumir que las probabilidades de que estemos contagiados o que nos esté afectando una enfermedad son muy altas está más o menos presente de forma latente en la mayoría de las personas, pero en algunos casos llega a ser algo patológico, que aparece en los manuales diagnósticos de psiquiatría y psicología clínica.

Es cierto que esta nueva versión de coronavirus que ha pasado a transmitirse entre humanos es bastante más contagioso que la gripe estacional, pero también lo es que la exposición a constantes mensajes alarmistas puede hacer que muchas personas lo pasen francamente mal de manera innecesaria.

La importancia de los rumores

Ante las situaciones que generan incertidumbre, la información se vuelve más valiosa que nunca. Y está claro que la propagación de la enfermedad del coronavirus encaja con esa clase de situaciones ambiguas en la que se especula mucho sobre lo que pasará y a la vez los medios bombardean constantemente con noticias relacionadas con esto, muchas veces exagerando acerca de su peligrosidad teniendo en cuenta lo poco que se sabe acerca de los riesgos para la salud que supone.

Los rumores son a fin de cuentas piezas de información cuyo valor reside en la rapidez con la que pasan de una persona a otra a costa de no haber sido validadas, contrastadas con el rigor que merecen.

Y eso explica que suelan solaparse con los estereotipos, haciendo que las minorías marginadas y las personas más excluidas y residentes en comunidades pequeñas tengan mayores probabilidades de ser estigmatizadas, estén realmente infectadas o no (y a pesar de que en muchas ocasiones la discriminación que sufren puede actuar como una barrera contra los contagios, paradógicamente).

Pasando de participar en amplios sectores de la sociedad a querer sumarse a campañas de desprestigio en contra de los doctores, enfermeras y cualquier guerrero del sector salud, presumiendo en redes sociales que nos pueden contagiar, al igual que las personas de descendencia oriental, incluso haciendo «chistes o memes» por sus rasgos físicos.

Desconfianza: ¡No nos están dando toda la información!

Otra de las consecuencias psicológicas del coronavirus es la desconfianza hacia las fuentes autorizadas. Instituciones sanitarias, políticos, científicos de relevancia… Llega un punto en medio de estos contextos de crisis e incertidumbre en los que la mente humana desconecta y desconfía.

Compras de pánico durante la cuarentena

La expectativa de que los gobiernos implanten medidas políticas que alteren radicalmente el modo en el que vivimos llevan a hacer acopio de bienes o compras de pánico, por ejemplo algo que se nota ya en las estanterías de los supermercados de varios países. Y a veces el miedo no es tanto a las medidas que adopten los políticos, sino a una situación de descontrol en la que ni siquiera estén garantizados bienes básicos.

Como en el caso del papel de baño, al apreciar los estantes vacíos, la gente dedujo que no habría más, sin embargo hay una razón: 20 latas de frijol, no ocupan el espacio de 20 paquetes de papel higiénico, lo que  nuestro cerebro nos llevó a pensar que escaseaba; la mirada simple no nos permite sumar que tampoco había 20 latas de frijoles, ya que ese estante no estaba vacío.

A fin de cuentas, los seres humanos tenemos tendencia a centrarnos en las opciones pesimistas de futuro (dentro de varias posibles opciones que nos parecen razonables). Aunque esto implique perder la oportunidad de ganar, nos preocupa más el riesgo de perder.

Las personas con trastornos psicológicos pueden empeorar durante la cuarentena

Lo señalábamos al inicio. La población más sensible, las personas con depresión, con fobias, con ansiedad generalizada, trastornos obsesivos-compulsivos, menores autistas o con TDAH; pueden sufrir mucho más en este contexto. Es de vital importancia que se sientan apoyadas y que no pasen estos días en soledad.

El peor enemigo de todos: el pensamiento negativo

Hay un factor evidente y altamente peligroso dentro de las consecuencias psicológicas del coronavirus. Es ni más ni menos que el pensamiento catastrófico. Ese que anticipa lo peor, ese que nos dice que vamos a perder el trabajo, que ya nada va a ser igual, que acabaremos infectados, que alguien querido fallecerá, que la economía se vendrá abajo.

Consecuencias físicas de la cuarentena

Al tener una rutina diferente a la acostumbrada por cada individuo, se han mermado los horarios a los que se estaba acostumbrado, antes poníamos despertadores, dormíamos a la misma hora, la siesta por la tarde también cambió.

Por lo tanto nuestras rutinas de sueño y descanso ya no son las mismas, lo que genera que el ritmo y uso del cerebro tampoco.

Hemos dejado de retar al cerebro en el trabajo ordinario, en el tráfico o en el ejercicio mental de preparar el día de mañana.

Los cambios de alimentación y los horarios para estos también cambiaron, resultando en estreñimiento o diarreas inexplicables, agruras, acidez estomacal o sensación de haber comido demasiado. Estamos consumiendo más calorías de lo que antes hacíamos, resultado también de la ansiedad que genera la cuarentena.

Lo complicado es que también le bajamos a la actividad física. Nos estamos moviendo menos (incluso ni siquiera caminamos, a no ser que vayamos al baño o a la cocina) por lo tanto nuestras articulaciones y huesos también se están aletargando. Al poco tiempo se notará el sobrepeso si no ponemos atención a este punto.

Consecuencias de la cuarentena social a largo plazo

En el largo plazo, el brote de coronavirus también puede tener consecuencias dentro de las comunidades y familias, como:

  • Deterioro de las relaciones sociales, dinámicas locales y economías
  • Estigma hacia los pacientes sobrevivientes que resultan en rechazo por parte de las comunidades.
  • Ira y agresión contra el gobierno y los trabajadores de primera línea
  • Desconfianza de la información proporcionada por el gobierno y otras autoridades
Recomendaciones:
  • Limitar el consumo de noticias: es importante obtener información de salud pública precisa y oportuna con respecto a COVID-19, pero una exposición excesiva a la cobertura mediática del virus puede conducir a una mayor sensación de miedo y ansiedad.
  • Diseñar y seguir una rutina diaria: incluir actividades diarias regulares, como trabajo, ejercicio o aprendizaje puede ayudar a adultos y niños a preservar un sentido de orden y propósito en sus vidas a pesar de la falta de familiaridad del aislamiento.
  • Tener contacto virtual: usar llamadas telefónicas, mensajes de texto, video chat y redes sociales para acceder a las redes de apoyo social.
  • Mantener un estilo de vida saludable: dormir y comer bien, así como hacer ejercicio en casa es de suma importancia. Así como evitar el consumo de alcohol o drogas.
  • Utilizar estrategias psicológicas: realizar ejercicios de meditación, relajación o concentración en línea es una forma de afrontar la situación.

Revista científica The Lancet Avia, M.D. (1993). Hipocondría. Barcelona: Ediciones Martínez Roca S.A.
Besnier, N. (2009). Gossip and the Everyday Production of Politics. Honolulu: University of Hawai’i Press.

Por Eréndira Córdoba