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El informe de Trump y su asequible reelección

El informe de Trump y su asequible reelección

Ángel Dorrego.- El presidente de los Estados Unidos de América (EUA), Donald Trump, rindió su informe del estado de la nación, como se le dice al informe de gobierno en el vecino país del norte. El evento, que se efectúa en la sede del senado de su nación, no pudo haber salido mejor para el polémico magnate inmobiliario. Entró al recinto aplaudido por la mayoría de su partido, el republicano, quienes lo exonerarán del juicio político que tiene vigente debido al abuso de poder que cometió al pedirle al presidente de Ucrania facilitarle información que perjudicaría a Joe Biden, aspirante a competir contra él este año en las elecciones presidenciales. Pero eso no importa en tiempos de la postverdad. Como marca el protocolo, le entregó su discurso a la actual líder de los legisladores demócratas, Nancy Pelosi, quien lo recibió y extendió la mano para estrechar la del mandatario, el cual con rapidez se dio media vuelta para negarle el saludo. La incomodidad de Pelosi fue evidente desde ese momento y durante todo el evento. Gesticulaba cada vez que Trump se vanaglorió de su magnífico trabajo, el cual sustentó, como es su costumbre, con datos e información cuestionable y conclusiones simplistas. Pelosi terminó por romper el discurso del presidente frente a los ojos de todos, para después declarar que no había una sola página sin mentiras, y que esperaba recibir a un presidente diferente el próximo año. Parece que no será así, ya que el día para Trump fue redondo.

En otro contexto, el clamor popular estadounidense le estaría reclamando a Trump su falta de respeto a los protocolos políticos, el desprecio a sus adversarios, sus visibles faltas a la más indispensable cortesía y la carencia de sustancia en su discurso político. Pero recordemos que estamos en los tiempos donde el establishment que había sobrevivido incluso al cambio de sistemas económicos globales se encuentra en el punto más bajo que ha tenido, al grado de que ha llegado a cuestionarse si sobrevivirá en el mediano plazo. Esto, en otros términos, quiere decir que las mayorías han dejado de creer en los políticos apegados a un sistema que no ha logrado (ni ha querido mucho) integrar a las masas en la prosperidad, y que, por lo tanto, cada que ven a un político tradicional asumen que les están mintiendo, como les han mentido casi todas sus vidas. Es por esto que el mundo actual se ha llenado de líderes que han llegado a su puesto criticando de forma brutal a sus antecesores, prometiendo cosas descabelladas y alegando éxitos con una muy particular interpretación de la realidad. Irónico que este discurso provenga de un hombre que se benefició como pocos de dicho sistema. Así que un escenario en el que Trump aparece arrogante desdeñando a su oposición, haciéndola rabiar con su discurso mientras recibe el infaltable aplauso de sus partidarios, no puede sino aumentar el aprecio que su electorado tiene con él.

A esto hay que aumentarle la atomización que están sufriendo sus rivales, los miembros del partido demócrata, única opción viable para arrebatarle su posición de autoridad. Mientras Trump parece que saldrá favorecido del juicio político que, lejos de dejarlo como traidor ante los ojos del votante estadounidense, ha podido voltear como un acto de desesperación de sus adversarios ante sus falencias para articular una opción política que resulte competitiva en las urnas. Y es que el partido demócrata tiene, a menos de un año de las elecciones, a once precandidatos de los cuales ninguno parece hecho para aglomerar mayorías en el estado actual de las circunstancias. Mientras unos aparecen como demasiado izquierdistas para el limitado espectro político estadounidense, otros parecen repetir las fórmulas desechadas por apostar por una institucionalidad caduca. Y Trump aprovecha este escenario para reafirmar su lugar como figura disruptiva que le da al público estadounidense lo que pide: un presidente que le haga saber al mundo que ellos son la primera potencia mundial, el mejor país del mundo (el estadounidense promedio está convencido de eso) y que no tiene necesidad de negociar o conceder a los chantajistas países inferiores. Impone su ley porque para eso es el más fuerte. Así es Trump y su base dura de votantes está de plácemes por eso.

Y puede que el resto del mundo, exceptuando al actual gobierno de Israel, vean la presidencia de Trump como una maldición al mirar cómo se rompen los acuerdos que se lograron con mucho esfuerzo y que mantuvieron cierta estabilidad global por un buen periodo de tiempo; que insulta, amenaza y desdeña al que no se ajusta a sus exigencias; da palmaditas en la espalda a quien lo obedece sin cuestionamientos; y cuyas consecuencias de sus actos no se verán hasta que ya esté fuera del poder y los problemas asociados a una toma visceral de decisiones se vuelvan cada vez más infranqueables. Pero el mundo no elige al presidente de los EUA. Es designado por el sufragio de los american citizens y únicamente por ellos. Sobre todo por los votantes blancos, anglo-sajones y protestantes, y la gente que quiere pertenecer a esa categoría a pesar de su color de piel. Porque también hay afrodescendientes, latinos y mujeres que votan por él, a pesar de haber recibido comentarios despectivos de parte del millonario. Pero siempre hay una acrobacia ideológica basada en las fake news para justificarlo. Así que parece que Trump lleva las de ganar para reelegirse por cuatro años más como presidente de los EUA. Para el mundo será como despertar de un mal sueño sólo para encontrarse en otro sueño (o pesadilla) donde el soberbio magnate seguirá vilipendiando a lo que se le ponga en el camino. Y México está inevitablemente en esos parajes, así que parece que obedeceremos otros cuatro años como hemos hecho hasta ahora. Faltaba más.

Educación

Por Ángel Dorrego

Analista, consultor y asesor político. Especializado en temas de seguridad y protección civil. Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México, Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales también por la UNAM. Cuenta con experiencia como asesor de evaluación educativa en México y el extranjero, funcionario público de protección civil y consultor para iniciativas legislativas.
Correo para el público: adorregor@gmail.com

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