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Respuestas feminicidas a un problema impostergable

Respuestas feminicidas a un problema impostergable

Por Ángel Dorrego.- La semana pasada, el caso del feminicidio de la joven Ingrid Escamilla acaparó buena parte de la atención de los medios informativos del país. Desgraciadamente, el movimiento feminista puede presentar un caso prevenible cada vez que es necesario, porque en nuestro país se asesina al día a diez mujeres por ser mujeres.

¿Qué quiere decir esto? Que en nuestro país uno de los principales motivos para quitarle la vida a alguien, en este tipo de casos una mujer, es porque se negó a ser o no quiso continuar siendo pareja sentimental de alguien, porque declinó tener relaciones sexuales por determinado individuo o porque no acató las instrucciones de cómo vivir que le dio su pareja o expareja. O sea, quiso ser libre y tomar sus propias decisiones. Aparentemente en nuestra cultura eso es motivo para abusar, maltratar, amenazar, amedrentar, golpear, chantajear o hasta matar a esa persona rebelde que no entiende que para mantener su integridad tiene que complacer a la cultura patriarcal obedeciendo, callando, soportando, evitando provocar la reacción de un orgullo masculino magullado. ¿Qué hacen nuestros gobiernos para erradicar este flagelo? Lo mismo de siempre, prometer poco para cumplir algo, hacer como que hicieron y seguir igual. Pareciera que no tienen ganas y no está en su agenda invertir en hacer algo real, porque los feminicidios siguen.

El caso que se atañe esta semana es representativo porque desnuda en particular a un sistema político incapaz de responder a demandas planteadas fuera de la agenda del grupo detentante del ejercicio del poder. El Fiscal General de la República, el doctor Alejandro Gertz Manero, es una persona con amplia experiencia en la vida judicial en México, así como con destacadas experiencias en cargos de seguridad pública y académicos. Todo eso sólo le alcanzó para proponer una reforma judicial en la que el feminicidio pasa de ser tipificado como delito a una variante dentro del homicidio doloso. Esto quiere decir que el fenómeno feminicida no tendrá un trato diferente en los protocolos de investigación judicial y de operación procesal, o sea, como estábamos antes, donde policías judiciales se desembarazaban del trabajo indagatorio bajo el uso vulgar del término de nota roja apodado crimen pasional. Toda la experiencia de Gertz sólo le dio para una nostalgia por un pasado donde los casos se resolvían rápido metiendo a un sospechoso a un cuarto para salir con una confesión firmada bajo interrogatorios dignos los peores criminales. Una vuelta a un pasado corrupto. Y que mientras los feminicidios continúen.

El presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, rechazó públicamente dicha propuesta. Incluso, aclaró que él no puso a Gertz Manero en el cargo. Técnicamente es cierto que su amigo y colaborador no fue elegido desde la presidencia, sino por la Cámara de Diputados, donde obtuvo la mayoría gracias a la bancada del partido del presidente, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), y sus aliados. Misma bancada que es definida por su líder, Mario Delgado, como la bancada del presidente. Pero cuando el viernes se le preguntó directamente al presidente qué medidas específicas pensaba tomar para acabar con el problema, respondió con generalidades como que su gobierno estaba en contra de la violencia, condenaba el feminicidio y pondría toda la fuerza del estado. Sólo principios y cero estrategias, como se está convirtiendo en costumbre. Claramente no está en su agenda. Y se supone que la detentación del poder ejecutivo de cualquier país es para llevar a cabo acciones de gobierno a través de una administración pública alineada en planes y acciones derivadas de resolver una demanda social. O, en términos más actuales de gerencia pública, el desarrollo de políticas públicas que permitan atender con acciones e intervenciones específicas problemas latentes en el tejido social. Pero no, a pedirle a todo mundo que se porte bien en vez de hacer el trabajo propio del cargo. Y que los feminicidios sigan, que no alcanzan ni el tiempo ni los recursos para atenderlos.

Podríamos decir que esa visión se debe a que los cargos públicos son detentados por hombres. En cambio, la Ciudad de México (CDMX), principal foco de la movilización feminista, es gobernado por la doctora en ingeniería ambiental Claudia Sheinbaum, quien ha sido académica e investigadora en la Universidad Nacional Autónoma de México. Pero la preparada e inteligente mujer ha sido poco menos que indolente ante el movimiento, preocupándose más por resguardar la integridad de los monumentos ante las marchas que en resolver las demandas. En el caso de Ingrid, se filtraron unas infames fotos del crimen que re victimizaron a la fallecida ante el dominio masculino. Si bien la CDMX cuenta con más elementos policiacos per cápita que nadie en el país, el gobierno local tiene un pobre control de sus mal pagados, poco capacitados y visiblemente corruptos elementos; lo que pone la cereza al pastel de la indiferencia es la pobre respuesta de la gobernante, que sólo abrió una carpeta de investigación a los funcionarios responsables y otra vez mandó más elementos a cercar piedras que a defender personas. Su actitud indica que está más preocupada por mitigarle un problema al gobierno de su ex jefe que atender a la ciudadanía. No es necesario preguntar a quién cree que le debe el cargo. Que los feminicidios esperen para luego.

También se puede decir que existen muchas instituciones que tienen que trabajar en superar su propia aportación al problema. Ahora mismo, varias escuelas de la UNAM están en paro principalmente por este motivo. Y no me sorprendería si universidades públicas y privadas del país tuvieran que hacer algo diferente a tratar de esconder el problema debajo de la alfombra, y hacerlo pronto. Así como los gobiernos estatales y municipales, los organismos autónomos, las legislaturas y las empresas de la iniciativa privada. Hasta el poder judicial, que parece tener una cultura interna que perpetúa el acoso y el abuso. Pero el actor principal en este asunto es el ejecutivo federal. Ningún gobierno elige lo problemas que van a visibilizarse en su periodo. Sólo toca responder con eficacia, pues la naturaleza de su posición lo obligaría a ejercer su autoridad a favor de un grupo visible y cínicamente vulnerado. Tomar acción para hacer planes que ataquen este flagelo a través de la operación de una burocracia sensibilizada y capacitada en las particularidades del fenómeno con el fin de atacar las causas de la violencia machista, así como asegurar castigo efectivo para los delincuentes. La displicencia y negligencia al respecto sólo perpetúan el problema. Tanto que parecen machistas. Tanto que son respuestas feminicidas.

Educación

Por Ángel Dorrego

Analista, consultor y asesor político. Especializado en temas de seguridad y protección civil. Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México, Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales también por la UNAM. Cuenta con experiencia como asesor de evaluación educativa en México y el extranjero, funcionario público de protección civil y consultor para iniciativas legislativas.

Twitter: @AngelDorrego

Correo: adorregor@gmail.com

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